jueves, 10 de junio de 2010

IMPORTANTE PARA REFLEXIONAR

UN CLICHÉ QUE TENEMOS QUE ERRADICAR DEFINITIVAMENTE Robó, pero hizo Por: Francisco Miró Quesada Rada* Lunes 24 de Mayo del 2010
Que un gobierno —nacional, regional o local— haga obras no está en discusión, el problema está en saber cómo se hizo la obra.A muchos no les interesa que una autoridad robe con tal de que haga obras. De ahí la frase “robó, pero hizo”. La necesidad —y, en otros casos, el interés particular de quienes intervienen en la obra— es una de las principales causas de que esta frase sea tomada como algo natural entre muchos y, felizmente, no por la mayoría que está en contra de la corrupción.Este argumento está relacionado peligrosamente con el pragmatismo; si una persona es eficiente, vale decir pragmática, puede robar con tal de que haga obras. En esencia no hay ninguna relación entre ambos términos. Un pragmático debe ser honesto en el manejo del dinero público, cuyo origen está en nuestros impuestos; es decir, nuestro dinero que va a las arcas del Estado para que este invierta en beneficio de toda la sociedad.Pero el tema se agrava cuando el ladrón que se llevó una gran tajada sabe que con ese dinero robado se pudo hacer más obras, y es aun peor cuando ese ladrón ha violado los derechos humanos.No solo robó sino que toleró asesinatos y torturas. Esta segunda actitud debe ser evaluada, como la malhadada frase “robó, pero hizo”; “violó los derechos humanos, pero se hizo”. En una sociedad hay valores y esos valores tienen que respetarse; de otra manera, se estará fomentando la corrupción, el peor flagelo para el progreso de una nación.Quienes asumen y creen en esa frase “robó, pero hizo” nos están diciendo que, al menos potencialmente, ellos pueden hacer lo mismo. En su familia, en su empresa, en su trabajo, porque en ese contexto también hacemos cosas. Entonces lo que se aplica en lo público perfectamente puede suceder en la vida privada.La idea, el concepto, está presente y en cuanto tal es parte de una conducta. Amparamos el robo y el crimen de una persona porque hace cosas. El hacer es más importante que los valores.¿Cuánta obra es el producto del robo, del engaño, de la mentira y del crimen? Esta situación debe cambiar y la malhadada frase tiene que ser descartada del cerebro de algunos, y para ello se requiere que el discurso político deba ser ético, además de pragmático.Igualmente, es peligroso para el progreso moral de una sociedad que todo empiece a relativizarse. Si todo es relativo, entonces los valores son relativos, y si lo son podemos proceder al margen de ellos. El relativismo es una peligrosa filosofía, porque con tal de hacer obras podemos violar valores como la libertad, la justicia, el honor y la dignidad de una persona.Asumir como normal que una autoridad puede robar con tal de hacer obras y que en política todo es relativo significa que quienes creen en esto, anteponen los medios a los fines. Usar al ser humano como un medio o instrumento para robar o asesinar es lo más peligroso y despreciable que puede ocurrir. Por eso, la ciudadanía debe exigir a quienes pretenden ocupar una responsabilidad pública una conducta de corrección y transparencia; un discurso donde lo ético tenga más peso que lo práctico porque, en esencia, el comportamiento ético es la mejor forma de demostrar que el progreso de un pueblo depende de los valores predominantes entre los ciudadanos.Finalmente, ¿no le parece a usted que solo un tonto votaría por una persona a sabiendas de que le va a robar?
(*) Director

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